lunes, 10 de diciembre de 2012

La identidad en constante resignificación. Jóvenes indígenas en las ciudades[1]



Por Antrop. Héctor Santaella Barrera*



LA JUVENTUD INDÍGENA

Para la cultura occidental, muchos afirman que “joven” y “juventud” son términos recientes, debido a que se les ha puesto mayor atención y estudio desde mitad del siglo XX a la fecha, también se dice que es un concepto homogeneizante en el afán de darle un sentido a los cambios que componen o condicionan[2], en cierto periodo de tiempo, al individuo en los planos: físicos, biológicos, sociales e identitarios. Yo quisiera referirme a éste último aspecto, la identidad; si bien es cierto que los jóvenes van definiendo su identidad en esta etapa, considero que entre jóvenes citadinos e indígenas hay diferencias importantes, independientemente de que convivan en el mismo espacio geográfico, es decir, en las ciudades.

Desde la antropología es mejor abordar el tema desde la edad, ya que ésta como el sexo, son reconocidos como principios universales de organización y diferenciación. Ruth Benedict de la escuela culturalista y discípula de Franz Boas, dice que hay grandes diferencias en la manera en que son tratados los niños en las sociedades primitivas y en las modernas; mediante un método de oposición en tres ejes principales: responsabilidad / no responsabilidad; dominio / sumisión y el rol social contrastado, observó que estas dicotomías no son universales y que prácticas culturales precisas dependen de condiciones particulares (Urteaga, 2009:13).

Estas condiciones específicas nos llevan a entender un poco más, porque en las etnias, con base en su cultura, definen o no a un individuo bajo peculiaridades propias, por ello Benedict y Mead, propusieron el término “juventud” para el plano indígena, debido al consenso sobre lo que significa ser joven entre los indígenas. Lo cierto es que, desde aproximadamente tres décadas a la fecha los estudios en torno al tema han aumentado gracias a un fenómeno social que proporciona otra mirada: la migración, de la cual me ocuparé un poco más adelante.
Mead, por su parte distinguió entre tres tipos de cultura que conviven en la sociedad, la posfigurativa, la configurativa y prefigurativa; este último precepto es lo que ha sucedido con la juventud indígena en las ciudades, pues en una era como la que vivimos, resultado del proceso migratorio y globalizador, se entiende que la transmisión tradicional de conocimientos de los abuelos a los nietos o de los padres a los hijos se ha desdibujado, ahora las nuevas generaciones de indígenas se desarrollan más entre los compañeros o camaradas que conocen en sus trayectos migratorios o de nueva residencia en los planos “tecnológicos y el aprendizaje por medio de la imagen, la sonoridad, del tacto y la velocidad” (Mead, [1971] referido por Barbera 2002, en Pérez 2008:11), por ello, para el estudio de éste tema en particular, el dinamismo de las manifestaciones cotidianas de la cultura (modas, vestimentas, tecnologías, medios masivos de comunicación, etc.), son de relevancia.
Una definición más o menos aceptada conciben el ser joven como una etapa en transición, es un “fenómeno transclasista, transétnico y transnacional que implica una condición generacional…una etapa en la vida de los individuos en la que deben consolidarse los valores de la sociedad y debe construirse la madurez hacia la vida adulta” (Pérez 2008:12). Pero las situaciones étnicas, difieren de las urbanas, básicamente en cuanto a la cultura y la conservación de ésta por parte de sus integrantes; esos elementos culturales específicos fomentan la identidad colectiva o comunitaria. Se ha observado que aquellos jóvenes indígenas que migran temporal o definitivamente a espacios urbanizados y que procuran su presencia en la organización social y cultural de sus pueblos, fortalecen a su comunidad y a su vez prolongan su estadía en la etapa juvenil, asimismo son reconocidos y apoyados por la misma comunidad. La ciudad provoca entre los jóvenes de procedencia indígena, un conflicto entre lo tradicional y lo moderno, entre su identidad cultural propia y los ritmos de la migración, el impacto del sistema educativo, la actividad laboral que ejerzan y los medios masivos de comunicación. Así ser joven es estar en constante reformulación es una etapa donde el mismo individuo establece pautas de “asignación y autoasignación” (Pérez 2008: 21) y además es preguntarse al mismo pueblo indígena qué es ser joven en una comunidad indígena, ya que existen diferentes códigos que nos pueden alimentar para una construcción de su identidad, lo que lo considero un proceso de resignificación[3] ante la visión de la cultura indígena hacia la cultura occidental.

LOS DATOS

La mayoría de los estudios tienen un consenso al considerar a un joven de entre los 12 y 29 años de edad, sin embargo para el caso que hoy nos ocupa, no existe claridad de un rango específico, es más, ni siquiera de que el término joven signifique algo para las diversas culturas étnicas presentes en el país.
Según el CONAPO para el año 2010, la población indígena del país ascendió, aproximadamente a 14.2 millones de habitantes, lo que representan 13.1 por ciento de la población total mexicana. De ellos, 21.2 por ciento es población joven, 10.9 % son adolescentes y 10.3 % adultos jóvenes.

Las entidades federativas que presentan mayor proporción de jóvenes indígenas son Chiapas, San Luis Potosí, Guerrero, Puebla, Michoacán, Querétaro, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz y Yucatán, con porcentajes entre 20 y 23% (CONAPO, 2010:19), y esto no tiene nada de extraordinario, pues en estas entidades son las que tradicionalmente cuentan con población indígena; sin embargo, en las ciudades la alta presencia indígena es reciente (2 décadas a lo sumo), y regularmente no figuran en la estadística nacional, debido a su compleja movilidad; esto, aunado a la desigualdad laboral, educativa, de salud sexual y reproductiva, así como de exclusión social y política que experimentan simplemente por su condición, los lleva a engrosar las filas de la delincuencia[4], de la mendicidad, de la prostitución y se insertan en negocios informales y hasta delictivos. De ahí la importancia de conocer el tema a fondo y adecuar políticas públicas que lleven a una atención mayor de estos jóvenes que rozan en la vulnerabilidad.

LA CONSTANTE RESIGNIFICACIÓN

A pesar de las circunstancias desiguales, estoy plenamente convencido de que los jóvenes de procedencia indígena, juegan un papel importante en la preservación de su cultura, pero es ahora, mediante la resignificación que se captan y transmiten los códigos de su cultura y a su vez, los de una cultura ajena a la que por diversos factores deben adaptarse; muchos aseguran que el éxodo del campo a la ciudad se convierte en una migración sin retorno, lo cual a su vez rompe con una transmisión de conocimientos entre las distintas generaciones; yo puedo asegurar que en las ciudades lo anterior no es del todo cierto, pues los jóvenes se convierten en los portadores principales del ir y venir de los cambios culturales, a lo que llamo una constante resignificación.
En el plano institucional, hay organismos que apoyan y promueven los derechos de la infancia y la juventud en condiciones vulnerables por ejemplo, la UNICEF, también la sociedad civil conjuntamente con el gobierno busca establecer las condiciones necesarias para superar la pobreza, la desigualdad y la discriminación, han trabajado activamente sobre declaratorias por los derechos, existen posiciones políticas que pretenden generar una equidad significativa para estos grupos e incluso por parte de organizaciones indígenas, también luchan por reivindicar sus condiciones específicas, pero en realidad… ¿hay acciones concretas?

A MODO DE CONCLUSIÓN: LOS RETOS

Pero no todo es negativo, ha habido avances, como ya mencionaba, artículos, declaratorias, intención y empuje por construir políticas públicas para la atención a la población indígena en las ciudades, pues el conocimiento de la problemática ya se estableció.
Ahora, hay que ser conscientes de que existen retos que no se pueden dejar de lado y aún falta mucho que trabajar sobre política pública, articulando la diversidad de los grupos presentes en la urbe, la dispersión de su asentamiento y las problemáticas específicas de tal población marcada por su cultura propia. Y entonces, a partir de estas consideraciones construir políticas de corte transversal, que permitan la participación de los tres niveles de gobierno y en dependencias y/o instituciones especializadas, organizaciones civiles indígenas y no indígenas.

Mis propuestas en estos tres niveles son:
Ø  Que las acciones que realicen los jóvenes indígenas, sean sometidas al reconocimiento comunitario.
Ø  Que el proceso de la resignificación identitaria ciudad-pueblo indígena, en los individuos sea un punto de partida para el análisis para el diseño de políticas públicas institucionales.
Ø  Que organismos como la CNDH observe el cumplimiento de los derechos que identifican al individuo de procedencia indígena, ante las Instituciones.

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Fuentes:
CONAPO. 2010. La situación actual de los jóvenes en México.  Serie de Documentos Técnicos, Disponible en: http://www.odisea.org.mx/Biblioteca/Jovenes/Sit_actual_jovenes_Mx.pdf
PÉREZ, Ruíz Maya L. (Coord.) 2008. Jóvenes indígenas y globalización en América Latina. Colección Científica INAH,
URCOLA, Marcos A. 2003. “Algunas apreciaciones sobre el concepto sociológico de juventud”, Invenio Universidad del Centro Educativo Latinoamericano Rosario, Argentina noviembre 06, número 11, pp. 41-50.
URTEAGA, Castro P. Maritza. 2009 “Juventud y antropología: una exploración de los clásicos” Diario de Campo, suplemento no. 56 octubre-diciembre pp.13-27
VALDÉZ, Mónica 2009  “jóvenes y datos, panorama de la desigualdad” Diario de Campo, suplemento no. 56 octubre-diciembre pp.37-39.

       


*Adscrito a la Coordinación Nacional de Antropología del Instituto Nacional de Antropología e Historia

[1] Ponencia presentada en el Foro “Derechos humanos de los jóvenes indígenas” organizado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos y Comisión Estatal de Derechos Humanos, Chihuahua, el 6 de diciembre de 2012 en Creel, Chihuahua.

[2] Marcos A. Urcola afirma que si bien, la juventud corresponde a una etapa biopsicológica del ciclo vital, también se constituye por una posición social construida y económicamente condicionada (Urcola, 2003,41).

[3] En mi trabajo “Ser triqui y vivir en la Ciudad de México” gosso modo defino la resignificación como la adaptación de su propia identidad a las nuevas circunstancias que está viviendo. Situación que a su vez contribuirá a que la “primera” identidad sea fortalecida en una “identidad resignificada” que tenga otras posibilidades de organización social y política.  Por otra parte, hay que considerar que si el individuo indígena vierte la resignificación a lo individual y no hacia lo comunitario, perdería el estatus  que le proporciona la identidad y lo comunitario perdería sentido.

[4] Datos del 2008, nos dicen que delitos del fuero federal que más cometen los jóvenes tienen que ver con narcóticos y uso de armas de fuego y para el fuero común, el delito más cometido es el robo (Valdéz, 2009:38).