En la cultura patriarcal contemporánea una figura masculina perita en las artes del panóptico y reside en la conciencia de la mayoría de las mujeres. Éstas están constantemente expuestas a su mirada y a sus juicios. La mujer vive su cuerpo como si estuviera expuesta a la mirada del otro, de un ojo patriarcal y anónimo.
Sandra
Lee Bartky
“A
los 30 años las dejan irse pero no se quieren ir, ya se quedan”[1] Eso fue lo que me dijeron
cuando hablaba de mujeres desaparecidas y trata de mujeres con hombres que
estoy segura saben bien del tema.
Sus
palabras me remiten a lo que investigo desde hace meses: el “ciclo de las
mujeres en situación de prostitución” entendido como las etapas por las que van
transitando desde que son enganchadas o las levantan
y se las llevan para que se prostituyan para sobrevivir y no convertirse en
mujeres desecho (o una asesinada más).
Para
comprender la trata de mujeres se tiene que estudiar la prostitución, si no se
corre el riesgo de caer en prácticas funestas donde las mujeres más
vulnerables, las prostitutas serán –más- criminalizadas y expuestas a juicios
morales, conservadores y clasistas que tienen la tendencia a criminalizar la
pobreza, la sexualidad, y confundirán con toda la intención discursos como el
de Martha Lamas cuando dice que el cuerpo puede entenderse como una oficina, y
así empezar a fomentar juicios moralinos y decir que están ahí porque “les
gusta”.
Cuando
he comparado las entrevistas e historias de vida que tengo me queda claro que
ninguna mujer nace para ser puta, y afirmo esto porque sus contextos no cumplen
precisamente con los puntos de las leyes de las mujeres a una vida libre de
violencia, las convenciones de derechos humanos de niñas y niños o los jóvenes.
Pero es este contexto patriarcal en el que vivimos lo que lleva a que la vida
de las mujeres termine siendo vivida en un infierno.
Hay
4 casos de mujeres desaparecidas que me revolotean siempre en la cabeza: cuando
desaparecieron eran menores de 24 años. La mayor de 23 se veía de menos años
por sus rasgos físicos y la menor de 16 –al menos en fotos que su familia me ha
enseñado- se ve mayor. A las 4 les han colgado amoríos con hombres relacionados
con algún cártel de la droga, el ejército o policía ministerial ¿Será que hay
un vínculo estrecho entre estos tres grupos? No me extraña que lo primero que hagan
los aparatos encargados de procurar e impartir justicia sea criminalizar a las
jóvenes, pero, con estas afirmaciones quienes investigan el
caso remiten a estudios que he leído sobre “padrotes”, por ejemplo, se
dice que la vulnerabilidad afectiva, la idea de amor romántico y todos los
elementos de una sociedad donde se criminaliza a las mujeres que tienen una
identidad propia, ejercen su sexualidad libremente, o se dedican al trabajo
sexual remunerado, o en este caso, por la causa que fuere se ha dedicado a la
prostitución, son formas para acusar a las mujeres y ejercer control sobre sus
cuerpos y sus vidas, por ende, son elementos que responden al por qué las
mujeres no se van, si es que de verdad las liberan a los 30 años.
Considero
existe una estrecha relación entre lo que dicen los estudios sobre “padrotes” y
los hombres del crimen organizado que primero “levantan” a las mujeres para
después forzarlas a dedicarse a la prostitución (que generalmente se acompaña
por el empaquetamiento y distribución de droga), por ello es urgente cuestionarnos
cómo se fomenta la normalización de las violencias a las mujeres donde aún se
considera que “las putas” son la parte mala de la sociedad, son un “mal
necesario” y que de no existir habría un aumento en los abusos sexuales, aquí
bien podría citarse algo de la Sentencia del Campo Algodonero: "...la creación y uso de estereotipos se convierte
en una de las causas y consecuencias de la violencia de género contra la mujer."
(Campo Algodonero, 2009, p. 45.)
Recuerdo
un comentario que dejaron en una nota de un diario digital que hacía referencia
a una violación, un lector, un hombre escribía algo más o menos así: “habiendo
tantas mujeres para eso”. Había otros post hechos por mujeres que avalaban la
primera afirmación. Quisiera saber en el imaginario colectivo cuáles son las
mujeres que son para ser violadas, quizá ese imaginario también perpetúa la idea
de hombres incapaces de controlar sus pulsiones sexuales. Me queda claro que quienes
también son compradores y fomentan se sigan reproduciendo las violencias
(desapariciones, ejecuciones, feminicidios) en un alto porcentaje son o fueron
servidores públicos
–esta afirmación se comprueba con las múltiples notas de periódico- donde la
omisión también los hace responsables. Entonces es ingenuo pedir
se denuncie la trata de personas y medir el problema estadísticamente, cómo
hacerlo en una atmosfera de impunidad y corrupción. En Chihuahua existen según
cifras oficiales menos de 10 casos por trata de personas, y ello no significa sean
todos, y menos, se esté atendiendo el problema, sin embargo las cifras pueden
argumentar lo que es conveniente para los intereses de quienes nos gobiernan.
Hace
unos meses en Chihuahua empezamos la campaña NO A LA TRATA. Sin Cliente No Hay
Trata, y la intención de la misma no es criminalizar a las trabajadoras
sexuales, es una invitación a los clientes a cuestionarse cómo es que las
mujeres llegaron ahí, entre otras cosas se quiere hacer visible que ninguna
mujer nació para ser puta y que las causas que las tienen en esa posición de
subordinación en la mayoría de los casos son resultado de la violencia social
en la que vivimos, esa que vende la vida, pone precio a la dignidad, esa misma que
causa anorexia y bulimia en jóvenes, esa que hace que hombres y mujeres se unan
al crimen organizado porque pareciera es un crimen mayor ser pobre y la mejor
alternativa que tienen de vida es distribuir droga o ser sicarios, por ello nuestra
campaña se sustenta en que la dignidad no tiene precio, la vida no está en
venta y que debe de haber otra forma en la que podemos construirnos como
sociedad, una sociedad más justa equitativa y en todos los sentidos mejor.
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