lunes, 14 de julio de 2014

La crisis humanitaria mexicana y amigos que la compañan

Por Linda Flores (@Magnolisima)


Al cierre de la administración calderonista fue evidente la crisis humanitaria[1] en México: había más de 60 mil personas asesinadas, más de 10 mil desparecidos y 1.6 millones de desplazados. Aunque funcionarios públicos intentaron negarlo, las cifras no mentían: la violencia generalizada era evidente, y con ella se comprobaban las múltiples violaciones del Estado Mexicano a los Convenios de Ginebra y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Recuerdo la primera vez que escuché el término “crisis humanitaria” relacionado con el contexto mexicano: fue en una reunión con la Unidad de Vinculación Ciudadana (UNIVIC)[2] de la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA). En el 2010 fui invitada a unas mesas de diálogo que se establecían por todo México. Ahí, entre altos mandos de la SEDENA, un grupo de civiles que trabajaban para ellos (y en su mayoría habían salido del Partido Social Demócrata- PSD), académicos, y representantes de organizaciones de la sociedad civil, hacían propuestas al ejército para “contener” los daños de la presencia de militares en las calles, y se analizaba la intervención de SEDENA dentro de “la guerra contra el narcotráfico”. Para mi sorpresa, vi activistas trabajando para SEDENA, y a Marina Arvizu (hoy titular de la Unidad de Género de la Sedesol). Recuerdo que después de mi primera intervención en esas reuniones, donde expuse que la presencia del ejército en las calles también era un problema de salud pública, Marina dijo: “yo también soy feminista” y argumentó por qué era positivo estar sentados con militares. Nunca comprendí su señalamiento, puesto que nadie había usado la palabra feminista; sin embargo, sus palabras se quedaron en mi cabeza. Esa vinculación perversa entre feminismo y fuerzas militares me angustia, así que en el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (Bogotá, 2011), junto con teóricas latinoamericanas expertas en el tema de seguridad ciudadana y derechos humanos, decidimos incluir un posicionamiento[3] latinoamericano donde considerábamos no debía existir esa vinculación. Los argumentos centrales remiten al tema de desapariciones y lo que conllevan: la ausencia de las mujeres en las sociedad, supresión corporal, impunidad y violencia sistemática, donde la desaparición es un crimen de carácter permanente o continuado -en otras palabras, el crimen se comente momento a momento, y no cesa hasta que el caso es esclarecido-, y tomando en cuenta que muchas mujeres, niñas y niños en situación de trata tenían de categoría previa “desaparecidos,” pudimos argumentar la no vinculación de feministas con fuerzas armadas en todo Latinoamérica, puesto que la desaparición forzada, la trata y el tráfico de personas entran en categoría de crímenes de lesa humanidad[4], y todas las representantes de países latinoamericanos y caribeños, por desgracia, tenemos circulando sin pasaporte los crímenes mencionados y las fatídicamente fuerzas militares han jugado un papel clave en la perpetuación de dichos crímenes. Después de participar en el posicionamiento escrito en Colombia, saber que civiles involucrados en la UNIVIC habían maltratado a familias de desaparecidos y a las víctimas, y no ver avances en las propuestas hechas por quienes les creímos su discurso de cooperación, dejé de ir a esas mesas de diálogo. Decidí solamente confiar en lo que he apostado desde siempre: la ciudadanía autónoma y organizada capaz de incidir en políticas públicas.

 
Publicado previamente en Todo es Política 28.Junio.2014 http://todoespolitica.com.mx/?page_id=155


[1] Entendamos por crisis humanitaria el fenómeno en proceso, o que después de ocurrido, deja la necesidad de atender in situ –en el lugar- a víctimas de una situación que supera las posibilidades de los servicios asistenciales locales.
[4] En el artículo 7 del Estatuto de Roma, al hablar de crímenes de lesa humanidad son considerados cómplices y parte todos los implicados en un ataque generalizado o sistemático en contra de la población civil y con conocimiento de dicho ataque, en el que se puede someter a las personas a esclavitud, tortura, desaparición forzada, asesinato, violación, esclavitud sexual y prostitución forzada entre otras múltiples categorías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario