viernes, 25 de julio de 2014

Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente (25 de julio)

El 25 de julio de 1992, en el marco del 1er. Encuentro de Mujeres Negras en República Dominicana, las asistentes afrodescendientes y afrocaribeñas recordando la historia de racismo, discriminación y sexismo, declararon que el 25 de julio sería un día para conmemorar las luchas de las mujeres afro, enunciaron que del reconocimiento de ellas mismas como mujeres clave en el desarrollo de la sociedad, del dolor y la discriminación sufrida históricamente, la fecha representaría la revolución, la autonomía y la libertad de sus cuerpos y sus vidas.  
Para acompañar la fecha se citó los descubrimientos hechos por el equipo del investigador James Wainscoat (1986), donde afirmó que con el análisis de ADN de seres humanos de todos los continentes: “África es la cuna de la humanidad”, y por ende ¡Todos y todas somos afrodescendientes!
Desde este grupo abrazamos a nuestras hermanas afro que nos han enseñado formas de construir desde la paz, desde el arte, que nos han mostrado un camino para transformar la digna rabia en acciones dignas y de beneficio para todas y todos, nos han enseñado a hablar desde la armonía y el amor.
Nuestro reconocimiento en particular a las mujeres afrocolombianas, las mujeres wayuu, y desde luego a nuestra querida “Roja Piedra- Negra” de la red de jóvenes indígenas y afrodescendientes en México.
¡TODAS Y TODOS SOMOS AFRODESCENDIENTES!


 
 
 
 
 

lunes, 14 de julio de 2014

La crisis humanitaria mexicana y amigos que la compañan

Por Linda Flores (@Magnolisima)


Al cierre de la administración calderonista fue evidente la crisis humanitaria[1] en México: había más de 60 mil personas asesinadas, más de 10 mil desparecidos y 1.6 millones de desplazados. Aunque funcionarios públicos intentaron negarlo, las cifras no mentían: la violencia generalizada era evidente, y con ella se comprobaban las múltiples violaciones del Estado Mexicano a los Convenios de Ginebra y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Recuerdo la primera vez que escuché el término “crisis humanitaria” relacionado con el contexto mexicano: fue en una reunión con la Unidad de Vinculación Ciudadana (UNIVIC)[2] de la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA). En el 2010 fui invitada a unas mesas de diálogo que se establecían por todo México. Ahí, entre altos mandos de la SEDENA, un grupo de civiles que trabajaban para ellos (y en su mayoría habían salido del Partido Social Demócrata- PSD), académicos, y representantes de organizaciones de la sociedad civil, hacían propuestas al ejército para “contener” los daños de la presencia de militares en las calles, y se analizaba la intervención de SEDENA dentro de “la guerra contra el narcotráfico”. Para mi sorpresa, vi activistas trabajando para SEDENA, y a Marina Arvizu (hoy titular de la Unidad de Género de la Sedesol). Recuerdo que después de mi primera intervención en esas reuniones, donde expuse que la presencia del ejército en las calles también era un problema de salud pública, Marina dijo: “yo también soy feminista” y argumentó por qué era positivo estar sentados con militares. Nunca comprendí su señalamiento, puesto que nadie había usado la palabra feminista; sin embargo, sus palabras se quedaron en mi cabeza. Esa vinculación perversa entre feminismo y fuerzas militares me angustia, así que en el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (Bogotá, 2011), junto con teóricas latinoamericanas expertas en el tema de seguridad ciudadana y derechos humanos, decidimos incluir un posicionamiento[3] latinoamericano donde considerábamos no debía existir esa vinculación. Los argumentos centrales remiten al tema de desapariciones y lo que conllevan: la ausencia de las mujeres en las sociedad, supresión corporal, impunidad y violencia sistemática, donde la desaparición es un crimen de carácter permanente o continuado -en otras palabras, el crimen se comente momento a momento, y no cesa hasta que el caso es esclarecido-, y tomando en cuenta que muchas mujeres, niñas y niños en situación de trata tenían de categoría previa “desaparecidos,” pudimos argumentar la no vinculación de feministas con fuerzas armadas en todo Latinoamérica, puesto que la desaparición forzada, la trata y el tráfico de personas entran en categoría de crímenes de lesa humanidad[4], y todas las representantes de países latinoamericanos y caribeños, por desgracia, tenemos circulando sin pasaporte los crímenes mencionados y las fatídicamente fuerzas militares han jugado un papel clave en la perpetuación de dichos crímenes. Después de participar en el posicionamiento escrito en Colombia, saber que civiles involucrados en la UNIVIC habían maltratado a familias de desaparecidos y a las víctimas, y no ver avances en las propuestas hechas por quienes les creímos su discurso de cooperación, dejé de ir a esas mesas de diálogo. Decidí solamente confiar en lo que he apostado desde siempre: la ciudadanía autónoma y organizada capaz de incidir en políticas públicas.

 
Publicado previamente en Todo es Política 28.Junio.2014 http://todoespolitica.com.mx/?page_id=155


[1] Entendamos por crisis humanitaria el fenómeno en proceso, o que después de ocurrido, deja la necesidad de atender in situ –en el lugar- a víctimas de una situación que supera las posibilidades de los servicios asistenciales locales.
[4] En el artículo 7 del Estatuto de Roma, al hablar de crímenes de lesa humanidad son considerados cómplices y parte todos los implicados en un ataque generalizado o sistemático en contra de la población civil y con conocimiento de dicho ataque, en el que se puede someter a las personas a esclavitud, tortura, desaparición forzada, asesinato, violación, esclavitud sexual y prostitución forzada entre otras múltiples categorías.

miércoles, 2 de julio de 2014

Algunas consideraciones sobre la necesidad de saber



Por Antonio Gonzáles


En los últimos días se ha difundido la noticia[1] del descubrimiento de fosas comunes en el estado de Texas donde se afirma que los cuerpos que estaban en las fosas no presentaban el cuidado debido que por ley se le tiene que prestar a los restos, puesto que no estaban identificados ni registrados en algún tipo de procedimiento forense, al parecer algunas partes de los cuerpos estaban tiradas en bolsas para basura. Algo en común que tienen todas las notas revisadas es la reiteración que hacen en tanto a la causa de muerte: la muerte al sol en el desierto, y el cansancio como causa de muerte.
 
 
Según los medios revisados, los antropólogos forenses Lori Baker y Krista Lathman, investigadores de la universidad Baylor, exhumaron 110 cuerpos sin identificar en el 2013, y este año han recuperado 52 más[2] en fosas comunes.  Sin embargo, los   medios de comunicación han manejado este suceso como si fuera noticia, como si hubiera comenzado dos semanas atrás, siendo que el “asunto” de los migrantes, la desaparición de los mismos, y su muerte por diversas causas -pero siempre sin ser esclarecida-, es algo añejo, no hay reflexiones que para quienes leemos las noticias nos hagan comprender y asimilar que esta violencia no puede sino crecer con los años; tanto hermetismo e información confusa sobre el tema de las migraciones sólo abre la cabeza a más preguntas, a más fantasmas deambulando por el desierto, con sed de esperanza, y a más familias esperando razones de esos que se fueron y de los que ya no volvieron a saber nada.
Dejando de lado las causas  de la muerte, dando la posibilidad -como se reitera- que haya sido todo por cansancio, el hecho de que los cuerpos no se identifiquen, que no se haga nada al respecto, ni siquiera lo mínimo (necropsia de ley), da espacio para múltiples violaciones de derechos humanos en las cuales al no investigarse y donde el mensaje doble es un Estado que en apariencia ayuda a cubrir los actos brutales de los que son víctimas los migrantes y sus familias, abre la puerta al tema de la responsabilidad de asumir tratados internacionales en materia de migraciones.
Ante la falta de interés de los diferentes países que conforman las rutas migratorias desde Sudamérica hasta los Estados Unidos de América (EUA), y de los estados de EUA (no solo el texano), y debido a que el problema de las fronteras parece no terminar, y al contrario, se recrudece con el uso de las nuevas tecnologías orientadas al control de territorialidades, las labores como la identificación de restos cobran un carácter imperativo en el cual es necesario promover líneas de investigación conjunta, de  identificación y cuidado de los restos  para elaborar las estadísticas requeridas para  el conocimiento de flujos migratorios, y las violencias que afrontan las y los migrantes, es en este proceso donde los estudios de las migraciones,  sus causas y su historia, serán elementos centrales para poder dar identidad a los restos encontrados en el desierto, todo apoyado en técnicas de identificación forense, donde, en este caso, EUA debiera de estar asumiendo su responsabilidad y haciendo  los estudios forenses correspondientes  para después cumplir con obligaciones de derechos humanos en las cuales es preciso darle paz a los familiares de los desaparecidos entregándoles el cuerpo que muy probablemente se encontró en esa fosa común en Texas, o en muchas otras que están a lo largo de todas las rutas de la migración.
Conoce algunas referencias:

Madre salvadoreña que en busca de su hija a quien no ve desde hace más de 10 años.
Imagen Por un Chihuahua Libre y Sin Temor