domingo, 11 de agosto de 2013

Agosto: mes del derecho a formar parte de una familia

Ya estamos en agosto, mes del derecho a formar parte de una familia (Articulo 19, Convención Iberoamericana de Derechos de la Juventud), y en este mes se celebran el día internacional de los pueblos indígenas y el día de las y los jóvenes, por ello compartimos esta hermosa foto de nuestros amigos Jesús, Jason, Fernando, Ulises y Chuy que son parte de los muchos niños y niñas rarámuri que migran de la sierra Tarahumara a la capital del estado de Chihuahua. 


Foto Jorge Garpón
 (de la serie del calendario de los derechos humanos de las y los jóvenes 2013)


"La mayoría de las comunidades indígenas en México, no solamente buscan mejorar su vida y superar la pobreza por medio de la migración, también lo hacen para defender sus propias vidas debido a la violencia presente en sus comunidades, estos elementos generan que, sus historias no solo se reduzcan a sus pueblos, si no que se desplacen y se resignifiquen en ciudades. La migración ya no es un único fenómeno para observar, la violencia no es ajena al proceso; la resignificación de ellos a su cultura bajo estos hechos, es hoy el reto, y aún más, la inclusión de los indígenas en la consulta y diseño de políticas hacia la erradicación a estas problemáticas." (Mtro. Héctor Santaella,* México, DF)


* Antropólogo social, maestrante en salud pública y administración de hospitales (Secretaria de Salud, IPN y OMS), su trabajo aborda el tema "Ser Triqui en la ciudad de México". Actualmente coordina proyectos de investigación etnográfica a nivel nacional; colabora con la revista National Georgaphic en español, ha dedicado más de dos décadas a la investigación, fomento y divulgación de las culturas indígenas en instituciones como INI, INALI y el INAH. 

Para ver más sobre el calendario de los derechos humanos de las y los jóvenes sigue esta liga: https://www.facebook.com/media/set/?set=a.397993396960293.94411.333784813381152&type=3 Si quieres adquirir uno (no tiene ningún costo) escríbenos a chihuahuasintemor@gmail.com

jueves, 8 de agosto de 2013

Comentarios sobre la serie “La crisis como esencia de la experiencia religiosa”

El miércoles 7 de agosto presentamos de manera conjunta con la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACh), y la Comisión Estatal de los Derechos Humanos el trabajo del artista plástico Daniel Millan, en el evento participaron actrices y activistas que hicieron una lectura de textos que complementan la obra, a la par, mujeres activistas, feministas, defensoras de derechos humanos y académicas aportaron breves comentarios de la serie "La crisis como esencia de la experiencia religiosa:


Encontrar en lo tradicional experiencias libres de estereotipos, creer en la virgen sin tener que ser virgen, poder tener fe en algo o alguien, sin dejar de ser… mujer, hombre, lesbiana, homo, bi o trans, romper con la trilogía madre-puta-santa… Eso y más contiene la serie de Daniel Millan, por ello es un aporte que es digno de ser visto.

Silvia Heredia Martínez  (España-Honduras)


Dicen que son artistas quienes expresan sus emociones y pensamientos a través de sus creaciones.
El universo simbólico en el trabajo de Daniel, el uso de tintas, pinturas y sustancias coloridas le permiten mostrar realidades que desde la metáfora enfrentan sus personajes: transgresoras, marginados sociales, seres vulnerados, y a la par de esta categorización se reflejan conciencia, identidad, dignidad y fe, elementos que bien podrían enmarcarse en la palabra “justicia.”
Daniel, quien habla desde el feminismo es consiente que “la mujer no nace, se hace,” que la sexualidad no se elige, se descubre, y por ende, el género es una construcción social. Daniel, el artista, nos permite ver el contacto que tienen con su alma, demuestra que hay violencias sobre los cuerpos que son causadas por estereotipos y fronteras imaginarias que discriminan; habla de mujeres violentadas por los roles impuestos que han desempeñado en una sociedad milenariamente patriarcal. Pero más allá de lo que puede considerarse arte-denuncia, deja claro que sí existe una vinculación entre arte, género y derechos humanos, en su lenguaje: la pintura, y entendiendo que el lenguaje es la mascara del pensamiento, me queda claro que esta serie está cargada de conciencia, de compromiso, y de un ejercicio de observación que bien puede apreciarse como una forma para decir lo indecible,  para gritar eso que nos es tan doloroso poder expresar y denunciar de otras formas.

Linda Flores (Chihuahua, México)


    
                                                                                                       "Dios ha muerto. Dios sigue muerto.
Y nosotros lo hemos matado."
Nietzsche, La gaya ciencia

La sociedad moderna está en agonía.  El resquebrajamiento no ha impactado solo al modelo económico; el colapso permite dar cuenta de la dependencia social y cultural que los estereotipos de género  han aportan en el sostenimiento del mismo.
El  señalamiento nietzcheano sobre la muerte de Dios, engloba en sí la nueva travesía de la sociedad moderna, en la cual el individuo luce como un ser desprotegido.  La caída de los dioses del mundo moderno, enmarcado en el modelo patriarcal, no ha significado la transformación de ciertas estructuras o estereotipos, por el contrario, la crisis de la modernidad se reafirma y  da golpes de supervivencia en la reproducción de los roles tradicionalmente asignados. El reacomodo social permite la incursión de nuevos referentes, de una nueva fe, pero que no cuestiona ni transforma la división social del trabajo ni las asignaciones culturalmente dadas a hombres y mujeres.
Una crisis de la modernidad, sin referencias espirituales, nos insta a indagar hacia nuevas creencias; produce como señala Lipovetsky, una crisis del porvenir, donde los individuos como seres abandonados, sin dirección, huérfanos de fe, tenemos que adaptarnos a una sociedad en constante movimiento, regida por los avances tecnológicos que mutan y evolucionan día con día y por ende, que plantean nuevas formas de moralidad en la que el individuo, alejado de la colectividad es el eje y fin principal.
Las diez piezas presentadas por Daniel Millán, evocan a aquellos discípulos herederos del evangelio que permitió el sostenimiento de  la moralidad cristiana y que hoy nos arroja a una era del vacío, con mayor incertidumbre; lo que produce una proliferación de dogmas, que contrario a lo que se pudiera esperar, realzan la división de clase, pero particularmente de género.
En un intento de sincretismo de la posmodernidad, el autor plasma con perspicacia los retos de esta nueva era, en donde la soledad y sensación de orfandad, arroja al individuo a nuevas búsquedas de identificación  y creencias  que brinden certezas. Y allí tenemos a una ama de casa que tiene bajo su mano el cuidado del hogar encomendada a "Nuestra Sra. de Peltre" , o  al padre de familia que carga sobre sus hombros la economía familiar  orando al "Santo sr. de la bujía" o una familia fracturada por la migración encomendada a "San Juan de los Mojados", estas  son algunas de las trasformaciones que Daniel  Millán retoma en sus piezas, donde la idea del progreso se ve agotada  y la fe necesita ser de nueva cuenta renovada.

Leyla Acedo Ung (Sonora, México)


La monja virreinal es la imagen de lo que el hombre espera de la mujer, lo que nos dijeron que está bien. El estar obligadas a ser delicadas, suaves, tiernas, bondadosas, sumisas, religiosas, inmaculadas, virginales, serviciales, y todas esas cosas bonitas que no sirven de mucho en la vida diaria.
El problema de la sociedad, es que típicamente nuestras madres -las cuales también entraron al rol de sacrificadas y abnegadas- nos enseñaron a rezar antes que darnos a conocer nuestros derechos y obligaciones, a lucir bonitas antes de aprender a decir "no" a una persona con la que no queramos estar, a coser y a hacer comida antes que estudiar y prepararnos, a no seguir a una persona sino a seguir una vocación, un sueño, una meta.
Muchas veces se ha dicho que el cuerpo es nuestro templo, el cual pretendemos llenar con paredes de oro y opulencia como las iglesias que tanto pelean por su estética, por demostrar poder con su apariencia, en lugar de buscar devotos que lo veneren como debe de ser.
Hay que dejar que una víbora juegue con nuestro cuerpo, saber que muchas veces la manzana sabe mejor si está llena de pecado, el poder ponernos de rodillas no sólo frente a un altar, sino ante un hombre y enamorarlo, encontrar el paraíso en nuestro cuerpo y compartirlo con quien queramos.
Por ello, debemos de aprender que la oración no va para nadie más que para nosotras mismas, para nuestro interior, el ser un espíritu emancipado, dejar de estar encarceladas por nuestros sentimientos, pero sobre todo, por nuestras culpas.

Marisol Marin (Chihuahua, México)



El ama de casa: Nuestra Sra. Del Peltre

Una mujer morena con gesto de resignación sostiene con desgano un peltre limpio con una marca roja en el centro.  En la alegoría religiosa se confunden las nubes de la anunciación con la espuma del detergente. El contraste de colores entre el vestido y la túnica concentra la atención en el peltre. La marca roja cercana a la pelvis  sugiere una  evidencia más o menos explícita a la violencia. A la vez que simboliza los roles de género tradicionales dentro de la esfera privada que son cocinar y lavar trastes por la espuma usada y el sartén que ensangrentado simboliza lo violencia de roles tradicionales de género.

La pérdida del imaginario infantil: Santa Niña Roja

Una niña con una mirada triste reposa su rostro sobre sus manos en actitud compungida. Los largos y rojos cabellos sostienen atados en sus puntas varios crayones de colores. La superposición de dibujos infantiles logra un contraste entre melancolía de la composición y la vivacidad arcaica de sus trazos. La luz de su vestido justo en la parte del vientre, como una garra expresa el arrebato de su  inocencia y de la posibilidad de poder disfrutar de la alegría de ser niña. 

El homosexual. Nuestro sr. De la Magnolia

Un cuerpo desnudo de rodillas y en tensión aparece atravesado por tres flechas. En una alegoría de la santidad, aparece flanqueado por flores blancas que parecen magnolias. La recreación del martirologio presenta un paralelo con las persecuciones de nuestros días. El rostro denota sufrimiento al ser cazado por tener preferencias sexuales distintas, el personaje logra transmitir sufrimiento y cierta rabia por ser maltratado por una sociedad que no tolera la diferencia.

La víctima del narco. La virgen de la Bala-nza

En una apelación a la religiosidad popular tan presente en las subculturas del narcotráfico, una virgen en trance extático trata de conciliar la muerte con la piedad.  El juego del rosario que se cuela entre las dos manos y un arma al parecer automática refleja la complejidad de la encrucijada. Expresando la dicotomía de la doble moral donde matar no es suficiente pecado si se reza.

El estereotipo femenino. La real coronada

Un rostro de mujer aparece circundado de una tela con dibujos constantes que asemejan la filigrana.  Alrededor, como prendedores, cuelgan de forma provocadora los estereotipos de la feminidad. En una alegoría a la vanidad, instrumentos para maquillaje y para los afeites, y siluetas femeninas voluptuosas contrastan con la sobriedad de la tela que sirve de fondo. El rostro enmarcado en esos roles de los que no puede escapar con el fondo rosa logran transmitir una sensación de derrota y sumisión ante lo impuesto. Definitivamente la mujer no es protagonista de su propia condición, esta a merced de los condicionamientos sociales que son superficiales y externos y poco tienen que ver con su poder verdadero, de sujeto transformador de su propia realidad.

La complicidad, la indiferencia ante las crisis. Santo señor de los ciegos

Un hombre ciego en posición sedente es recreado en su mundo imaginario. La alegoría con la santidad funciona como una ironía donde la quietud y la ceguera aparecen como antivalores frente a los problemas y la crisis. La violencia de los estereotipos de género no cuentan, no son observables por el Señor de los ciegos que es una representación de la sociedad: ciega, inmóvil, indiferente, frente al fenómeno. En parte debido a que la misma sociedad es causante de dicha violencia, por tanto es mejor no ver lo que se genera a través de las relaciones sociales cotidianas. El señor de los ciegos solapa la indiferencia en la medida en que hay un acuerdo implícito con todos los sectores de permisividad.


Anayatzin Ramírez Andrade (México, Colombia)


Para ver imágenes de las obras y del evento sigue esta liga: https://www.facebook.com/media/set/?set=a.491948877564744.1073741831.333784813381152&type=1

martes, 6 de agosto de 2013

¿A dónde van nuestras desaparecidas?

A Cristian, Mario, Alejandra y Paola, seguimos buscando



“¿Quién quiere revolver los fantasmas del pasado? Se oye decir con demasiada frecuencia… - NOSOTRAS- sentimos casi el deber de hacerlo, quizá con una mano liviana para poder decir lo indecible, valiéndonos quizá del humor…o de otros desvíos y senderos…que nos permitirán hablar de lo que más nos desgarra.” (Beatriz Sarlo)


Como si no hubieran peleado suficientes batallas siguen estando en la línea de enfrente, incansables; hacen lo que sea para que se busque a quien no está. Así he visto a familias que buscan a sus desaparecidos. He escuchado que dicen: “desaparecida suena a desparida y yo parí,” “se lo llevaron, no desapareció.” Desde el 2010 empecé a documentar desapariciones en México y vi nobles organizaciones que apoyan desinteresadamente a familiares de víctimas, a la par fue evidente que organismos encargados de procurar justicia están llenos de corrupción y hacen gala de desinterés por su trabajo.
Creo que lo que más me ha impactado son las tácticas perversas del ejército, o diferentes policías para corromper y dividir familias; agentes han seducido madres, funcionarios públicos difaman a quienes acompañan a las familias y en algunos casos han recurrido a actos brutales como el asesinato –no olvidemos a la señora Marisela Escobedo-. Han ofrecido a familias “levantar” a algún sospechoso. Las amenazas, difamación y hostigamiento son constantes para quienes hablan de la desaparición, buscan justicia y son fieles a la verdad. Es en estas personas cuando vi lo opuesto a las autoridades gubernamentales; mujeres honestas que enfrentan con verdades a quienes les ofrecen seguir reproduciendo violencias, corrupción e impunidad. Ya lo dijo Roberto Garretón en su visita a Coahuila: “las familias lo único que tienen es la verdad” y sobre defensores de derechos humanos “no tenemos el derecho a equivocarnos”.

A mediados del 2011, encontré indicadores donde muchas de las personas que tienen categoría de desaparecidas están siendo víctimas de trata dentro del mismo país. Esto puso en evidencia que en Chihuahua no se hablaba de trata de personas, y las únicas que habían tocado el tema eran la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa en ciudad Juárez, ellas hablaban de casos particulares documentados previamente.



No entiendo la negación gubernamental para poder decir que sí hay violencia en Chihuahua, probablemente si se reconociera y por ende, se hablara; se podría atender la problemática y más cuando ya las mismas instancias encargadas de procurar justicia saben que, por ejemplo, en el caso de la trata de personas, algunas mujeres, niños y niñas que se encuentran desaparecidas y están siendo tratadas son víctimas de explotación sexual, mientras que hombres que tienen categoría de desaparecidos son reclutados y tratados por el crimen organizado.

Todo el periodo conocido como “La Guerra Contra el Narcotrafico” la trata de personas solamente se vinculaba a la migración y personas indocumentadas en México, esto hace inevitable remitirse al Equipo Argentino de Antropología Forense cuando declaró en que en Juárez hay más cuerpos de mujeres que familias que las buscaban. Una nota reciente hace avalar esa afirmación; se desconoce el paradero de 180 mil mujeres que anualmente entran a nuestro país por la frontera sur con la intención de cruzar a Estados Unidos y nunca llegan a su destino. Estudiando el fenómeno migratorio encontramos que la población indígena de las regiones rurales no queda exenta del fenómeno; niñas y niños son sacados de sus comunidades, algunas veces por el mismo gobierno o por organizaciones que bajo el argumento de brindar atención a adicciones, pobreza, y educación, fingen ayudar y después niñas y niños desaparecen o se sabe que están siendo prostituidos. Hace días salió otra nota que me hace preguntar, de los 20 mil niños y niñas que son explotados en la capital del país ¿cuántos son indígenas que sacaron de sus comunidades bajo el cobijo gubernamental?
Los datos mencionados hacen considerar que la trata de mujeres bien podría ser parte de una triada: desaparición- TRATA- feminicidio, fomentada por la impunidad y el interés de ver la vida humana como mercancía.




La trata de personas puede ser entendida como la supresión corporal de los individuos donde son despojados de su libertad, identidad y dignidad, así la vida se convierte en mercancía de venta que beneficia a quienes tienen el control y el poder sobre los cuerpos.

De acuerdo al diagnóstico Human Trafficking Assesment Tool, en México se detectan 47 bandas dedicadas a la trata de personas con interés de comercio sexual y laboral, y las entidades con mayor riesgo son: Baja California, Chiapas, Chihuahua, Distrito Federal, Guerrero, Oaxaca, Qintana Roo y Tlaxcala. Aunado a ello, según la Oficina de las Naciones Unidas para el control de las Drogas y la Prevención del Delito, México es fuente, tránsito y destino para la trata de personas, y pese a todo no hay campañas nacionales para visibilizar la situación. En Chihuahua consientes de la problemática, un pequeño grupo empezamos una campaña que en la medida de nuestras posibilidades hace visible la situación. El 22 de mayo presentamos la campaña “NO A LA TRATA. Sin Cliente No Hay Trata.” El objetivo es decir qué es la trata de personas y ayudar a prevenir. Antes de la presentación de la campaña no había sentencias condenatorias por el delito de trata, días después se dictó la primera sentencia sin abordar el concepto, y sus implicaciones. Hasta el momento no se ha gestado ningún programa estatal para prevenir.



Quienes promovemos la campaña no somos indiferentes al dolor y la violencia cotidiana, creemos que podemos aportar desde nuestros espacios generando conciencia. Sabemos de nuestra responsabilidad como ciudadanía y creemos sí se puede incidir en que la tragedia no se repita. El cuerpo es el principal elemento que usamos para denunciar, creemos en la regla de la presencia, y son conciencia y memoria lo que forman nuestras palabras, y es con esas palabras que queremos no se olvide a nuestras y nuestros desaparecidos a los que vivos se llevaron y vivos los queremos.

Por Linda Flores (@Magnolisima)