Por Antrop.
Héctor Santaella Barrera*
Para la cultura occidental,
muchos afirman que “joven” y “juventud” son términos recientes, debido a que se
les ha puesto mayor atención y estudio desde mitad del siglo XX a la fecha,
también se dice que es un concepto homogeneizante en el afán de darle un
sentido a los cambios que componen o condicionan[2],
en cierto periodo de tiempo, al individuo en los planos: físicos, biológicos,
sociales e identitarios. Yo quisiera referirme a éste último aspecto, la
identidad; si bien es cierto que los jóvenes van definiendo su identidad en
esta etapa, considero que entre jóvenes citadinos e indígenas hay diferencias
importantes, independientemente de que convivan en el mismo espacio geográfico,
es decir, en las ciudades.
Desde la antropología es
mejor abordar el tema desde la edad, ya que ésta como el sexo, son reconocidos
como principios universales de organización y diferenciación. Ruth Benedict de
la escuela culturalista y discípula de Franz Boas, dice que hay grandes
diferencias en la manera en que son tratados los niños en las sociedades
primitivas y en las modernas; mediante un método de oposición en tres ejes
principales: responsabilidad / no responsabilidad; dominio / sumisión y el rol
social contrastado, observó que estas dicotomías no son universales y que
prácticas culturales precisas dependen de condiciones particulares (Urteaga,
2009:13).
Estas condiciones
específicas nos llevan a entender un poco más, porque en las etnias, con base
en su cultura, definen o no a un individuo bajo peculiaridades propias, por
ello Benedict y Mead, propusieron el término “juventud” para el plano indígena,
debido al consenso sobre lo que significa ser joven entre los indígenas. Lo
cierto es que, desde aproximadamente tres décadas a la fecha los estudios en
torno al tema han aumentado gracias a un fenómeno social que proporciona otra
mirada: la migración, de la cual me ocuparé un poco más adelante.
Mead, por su parte
distinguió entre tres tipos de cultura que conviven en la sociedad, la
posfigurativa, la configurativa y prefigurativa;
este último precepto es lo que ha sucedido con la juventud indígena en las
ciudades, pues en una era como la que vivimos, resultado del proceso migratorio
y globalizador, se entiende que la transmisión tradicional de conocimientos de
los abuelos a los nietos o de los padres a los hijos se ha desdibujado, ahora
las nuevas generaciones de indígenas se desarrollan más entre los compañeros o
camaradas que conocen en sus trayectos migratorios o de nueva residencia en los
planos “tecnológicos y el aprendizaje por medio de la imagen, la sonoridad, del
tacto y la velocidad” (Mead, [1971] referido por Barbera 2002, en Pérez 2008:11),
por ello, para el estudio de éste tema en particular, el dinamismo de las
manifestaciones cotidianas de la cultura (modas, vestimentas, tecnologías,
medios masivos de comunicación, etc.), son de relevancia.
Una definición más o menos
aceptada conciben el ser joven como una etapa en transición, es un “fenómeno
transclasista, transétnico y transnacional que implica una condición
generacional…una etapa en la vida de los individuos en la que deben
consolidarse los valores de la sociedad y debe construirse la madurez hacia la
vida adulta” (Pérez 2008:12). Pero las situaciones étnicas, difieren de las
urbanas, básicamente en cuanto a la cultura y la conservación de ésta por parte
de sus integrantes; esos elementos culturales específicos fomentan la identidad
colectiva o comunitaria. Se ha observado que aquellos jóvenes indígenas que
migran temporal o definitivamente a espacios urbanizados y que procuran su
presencia en la organización social y cultural de sus pueblos, fortalecen a su
comunidad y a su vez prolongan su estadía en la etapa juvenil, asimismo son
reconocidos y apoyados por la misma comunidad. La ciudad provoca entre los
jóvenes de procedencia indígena, un conflicto entre lo tradicional y lo moderno,
entre su identidad cultural propia y los ritmos de la migración, el impacto del
sistema educativo, la actividad laboral que ejerzan y los medios masivos de
comunicación. Así ser joven es estar en constante reformulación es una etapa
donde el mismo individuo establece pautas de “asignación y autoasignación” (Pérez
2008: 21) y además es preguntarse al mismo pueblo indígena qué es ser joven en
una comunidad indígena, ya que existen diferentes códigos que nos pueden
alimentar para una construcción de su identidad, lo que lo considero un proceso
de resignificación[3]
ante la visión de la cultura indígena hacia la cultura occidental.
LOS DATOS
La mayoría de los estudios
tienen un consenso al considerar a un joven de entre los 12 y 29 años de edad,
sin embargo para el caso que hoy nos ocupa, no existe claridad de un rango
específico, es más, ni siquiera de que el término joven signifique algo para
las diversas culturas étnicas presentes en el país.
Según el CONAPO para el año
2010, la población indígena del país ascendió, aproximadamente a 14.2 millones de
habitantes, lo que representan 13.1 por ciento de la población total mexicana.
De ellos, 21.2 por ciento es población joven, 10.9 % son adolescentes y 10.3 % adultos jóvenes.
Las entidades federativas
que presentan mayor proporción de jóvenes indígenas son Chiapas, San Luis Potosí,
Guerrero, Puebla, Michoacán, Querétaro, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz y Yucatán,
con porcentajes entre 20 y 23% (CONAPO, 2010:19), y esto no tiene nada de
extraordinario, pues en estas entidades son las que tradicionalmente cuentan
con población indígena; sin embargo, en las ciudades la alta presencia indígena es reciente (2 décadas a lo sumo), y regularmente
no figuran en la estadística nacional, debido a su compleja movilidad; esto,
aunado a la desigualdad laboral, educativa, de salud sexual y reproductiva, así
como de exclusión social y política que experimentan simplemente por su condición,
los lleva a engrosar las filas de la delincuencia[4],
de la mendicidad, de la prostitución y se insertan en negocios informales y
hasta delictivos. De ahí la importancia de conocer el tema a fondo y adecuar
políticas públicas que lleven a una atención mayor de estos jóvenes que rozan
en la vulnerabilidad.
A pesar de las
circunstancias desiguales, estoy plenamente convencido de que los jóvenes de
procedencia indígena, juegan un papel importante en la preservación de su
cultura, pero es ahora, mediante la resignificación que se captan y transmiten
los códigos de su cultura y a su vez, los de una cultura ajena a la que por
diversos factores deben adaptarse; muchos aseguran que el éxodo del campo a la
ciudad se convierte en una migración sin retorno, lo cual a su vez rompe con
una transmisión de conocimientos entre las distintas generaciones; yo puedo
asegurar que en las ciudades lo anterior no es del todo cierto, pues los
jóvenes se convierten en los portadores principales del ir y venir de los
cambios culturales, a lo que llamo una constante resignificación.
En el plano institucional, hay
organismos que apoyan y promueven los derechos de la infancia y la juventud en
condiciones vulnerables por ejemplo, la UNICEF , también la sociedad
civil conjuntamente con el gobierno busca establecer las condiciones necesarias
para superar la pobreza, la desigualdad y la discriminación, han trabajado
activamente sobre declaratorias por los derechos, existen posiciones políticas
que pretenden generar una equidad significativa para estos grupos e incluso por
parte de organizaciones indígenas, también luchan por reivindicar sus condiciones
específicas, pero en realidad… ¿hay
acciones concretas?
A MODO DE CONCLUSIÓN: LOS RETOS
Pero no todo es negativo, ha
habido avances, como ya mencionaba, artículos, declaratorias, intención y
empuje por construir políticas públicas
para la atención a la población indígena en las ciudades, pues el conocimiento
de la problemática ya se estableció.
Ahora, hay que ser
conscientes de que existen retos que no se pueden dejar de lado y aún falta
mucho que trabajar sobre política pública, articulando la diversidad de los
grupos presentes en la urbe, la dispersión de su asentamiento y las
problemáticas específicas de tal población marcada por su cultura propia. Y
entonces, a partir de estas consideraciones construir políticas de corte transversal,
que permitan la participación de los tres niveles de gobierno y en dependencias
y/o instituciones especializadas, organizaciones civiles indígenas y no
indígenas.
Mis propuestas en estos tres
niveles son:
Ø Que
las acciones que realicen los jóvenes indígenas, sean sometidas al
reconocimiento comunitario.
Ø Que
el proceso de la resignificación identitaria ciudad-pueblo indígena, en los
individuos sea un punto de partida para el análisis para el diseño de políticas
públicas institucionales.
Ø Que
organismos como la CNDH
observe el cumplimiento de los derechos que identifican al individuo de
procedencia indígena, ante las Instituciones.
* * * * *
Fuentes:
CONAPO. 2010. La
situación actual de los jóvenes en México.
Serie de Documentos Técnicos, Disponible en: http://www.odisea.org.mx/Biblioteca/Jovenes/Sit_actual_jovenes_Mx.pdf
PÉREZ, Ruíz Maya L. (Coord.)
2008. Jóvenes indígenas y globalización
en América Latina. Colección Científica INAH,
URCOLA, Marcos A. 2003. “Algunas
apreciaciones sobre el concepto sociológico de juventud”, Invenio Universidad del Centro Educativo Latinoamericano Rosario,
Argentina noviembre 06, número 11, pp. 41-50.
URTEAGA, Castro P. Maritza.
2009 “Juventud y antropología: una exploración de los clásicos” Diario de Campo, suplemento no. 56
octubre-diciembre pp.13-27
VALDÉZ, Mónica 2009 “jóvenes y
datos, panorama de la desigualdad” Diario
de Campo, suplemento no. 56 octubre-diciembre pp.37-39.
*Adscrito
a la Coordinación Nacional de Antropología del Instituto Nacional de
Antropología e Historia
[1] Ponencia presentada en el Foro “Derechos
humanos de los jóvenes indígenas” organizado por la Comisión Nacional
de Derechos Humanos y Comisión Estatal de Derechos Humanos, Chihuahua, el 6 de diciembre de 2012 en Creel, Chihuahua.
[2] Marcos
A. Urcola afirma que si bien, la juventud corresponde a una etapa
biopsicológica del ciclo vital, también se constituye por una posición social
construida y económicamente condicionada (Urcola, 2003,41).
[3] En mi trabajo “Ser triqui y vivir en la Ciudad de México” gosso modo defino la resignificación
como la adaptación
de su propia identidad a las nuevas circunstancias que está viviendo. Situación
que a su vez contribuirá a que la “primera” identidad sea fortalecida en una
“identidad resignificada” que tenga otras posibilidades de organización social
y política. Por otra parte, hay que
considerar que si el individuo indígena vierte la resignificación a lo
individual y no hacia lo comunitario, perdería el estatus que le proporciona la identidad y lo
comunitario perdería sentido.
[4] Datos del 2008, nos dicen que delitos del
fuero federal que más cometen los jóvenes tienen que ver con narcóticos y uso
de armas de fuego y para el fuero común, el delito más cometido es el robo
(Valdéz, 2009:38).
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