A
Cristian, Mario, Alejandra y Paola, seguimos buscando
“¿Quién
quiere revolver los fantasmas del pasado? Se oye decir con demasiada
frecuencia… - NOSOTRAS- sentimos
casi el deber de hacerlo, quizá con una mano liviana para poder decir lo
indecible, valiéndonos quizá del humor…o de otros desvíos y senderos…que nos
permitirán hablar de lo que más nos desgarra.” (Beatriz Sarlo)
Como si no hubieran peleado
suficientes batallas siguen estando en la línea de enfrente, incansables; hacen
lo que sea para que se busque a quien no está. Así he visto a familias que
buscan a sus desaparecidos. He escuchado que dicen: “desaparecida suena a
desparida y yo parí,” “se lo llevaron, no desapareció.” Desde el 2010 empecé a documentar
desapariciones en México y vi nobles organizaciones que apoyan
desinteresadamente a familiares de víctimas, a la par fue evidente que
organismos encargados de procurar justicia están llenos de corrupción y hacen
gala de desinterés por su trabajo.
Creo que lo que más me ha
impactado son las tácticas perversas del ejército, o diferentes policías para
corromper y dividir familias; agentes han seducido madres, funcionarios
públicos difaman a quienes acompañan a las familias y en algunos casos han
recurrido a actos brutales como el asesinato –no olvidemos a la señora Marisela
Escobedo-. Han ofrecido a familias “levantar” a algún sospechoso. Las amenazas,
difamación y hostigamiento son constantes para quienes hablan de la
desaparición, buscan justicia y son fieles a la verdad. Es en estas personas
cuando vi lo opuesto a las autoridades gubernamentales; mujeres honestas que
enfrentan con verdades a quienes les ofrecen seguir reproduciendo violencias,
corrupción e impunidad. Ya lo dijo Roberto Garretón en su visita a Coahuila:
“las familias lo único que tienen es la verdad” y sobre defensores de derechos
humanos “no tenemos el derecho a equivocarnos”.
A mediados del 2011,
encontré indicadores donde muchas de las personas que tienen categoría de desaparecidas
están siendo víctimas de trata dentro del mismo país. Esto puso en evidencia
que en Chihuahua no se hablaba de trata de personas, y las únicas que
habían tocado el tema eran la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa
en ciudad Juárez, ellas
hablaban de casos particulares documentados previamente.
No entiendo la negación
gubernamental para poder decir que sí hay violencia en Chihuahua, probablemente
si se reconociera y por ende, se hablara; se podría atender la problemática y más
cuando ya las mismas instancias encargadas de procurar justicia saben que, por
ejemplo, en el caso de la trata de personas, algunas mujeres, niños y niñas que
se encuentran desaparecidas y están siendo tratadas son víctimas de
explotación sexual, mientras que hombres que tienen categoría de desaparecidos
son reclutados y tratados por el crimen organizado.
Todo el periodo conocido
como “La Guerra Contra el Narcotrafico” la trata de personas solamente se
vinculaba a la migración y personas indocumentadas en México, esto hace
inevitable remitirse al Equipo Argentino de Antropología Forense cuando declaró
en que en Juárez hay más cuerpos de mujeres que familias que las buscaban. Una
nota reciente hace avalar esa
afirmación; se desconoce el paradero de 180 mil mujeres que anualmente entran a
nuestro país por la frontera sur con la intención de cruzar a Estados Unidos y
nunca llegan a su destino. Estudiando el fenómeno migratorio encontramos que la
población indígena de las regiones rurales no queda exenta del fenómeno; niñas
y niños son sacados de sus comunidades, algunas veces por el mismo gobierno o
por organizaciones que bajo el argumento de brindar atención a adicciones, pobreza, y educación,
fingen ayudar y después niñas y niños desaparecen o se sabe que están siendo
prostituidos.
Hace días salió otra nota que me hace preguntar, de
los 20 mil niños y niñas que son explotados en la capital del país ¿cuántos son
indígenas que sacaron de sus comunidades bajo el cobijo gubernamental?
Los datos mencionados hacen
considerar que la trata de mujeres bien podría ser parte de una triada: desaparición-
TRATA- feminicidio, fomentada por la impunidad y el interés de ver la vida
humana como mercancía.
La trata de personas puede
ser entendida como la supresión corporal de los individuos donde son
despojados de su libertad, identidad y dignidad, así la vida se convierte en
mercancía de venta que beneficia a quienes tienen el control y el poder sobre
los cuerpos.
De acuerdo al diagnóstico Human
Trafficking Assesment Tool, en México se detectan 47 bandas dedicadas a la
trata de personas con interés de comercio sexual y laboral, y las entidades con
mayor riesgo son: Baja California, Chiapas, Chihuahua, Distrito Federal,
Guerrero, Oaxaca, Qintana Roo y Tlaxcala. Aunado a ello, según la Oficina de
las Naciones Unidas para el control de las Drogas y la Prevención del Delito,
México es fuente, tránsito y destino para la trata de personas, y pese a todo
no hay campañas nacionales para visibilizar la situación. En Chihuahua
consientes de la problemática, un pequeño grupo empezamos una campaña que en la
medida de nuestras posibilidades hace visible la situación. El 22 de mayo
presentamos la campaña “NO A LA TRATA. Sin
Cliente No Hay Trata.” El objetivo es decir qué es la trata de personas y
ayudar a prevenir. Antes de la presentación de la campaña no había sentencias
condenatorias por el delito de trata, días después se dictó la primera
sentencia sin abordar el concepto, y
sus implicaciones. Hasta el momento no se ha gestado ningún programa estatal
para prevenir.
Quienes promovemos la
campaña no somos indiferentes al dolor y la violencia cotidiana, creemos que
podemos aportar desde nuestros espacios generando conciencia. Sabemos de
nuestra responsabilidad como ciudadanía y creemos sí se puede incidir en que la
tragedia no se repita. El cuerpo es el principal elemento que usamos para
denunciar, creemos en la regla de la presencia, y son conciencia y memoria lo que forman
nuestras palabras, y es con esas palabras que queremos no se olvide a nuestras
y nuestros desaparecidos a los que vivos se llevaron y vivos los queremos.
Por Linda Flores (@Magnolisima)
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